Los temoreda
Por Laura Giraldo y Juan Sebastián Gómez
Capítulo 1:
[Narrador]: En un rincón del mundo, en uno de esos lugares en donde las nubes esconden celosamente al sol y se mueven pesadas mientras cargan pequeños alfileres de agua, yace un pueblo llamado Puerto Soledad. Durante más de un siglo, sus habitantes [1] han vivido atravesados por un miedo incomparable hacia la lluvia. Aquí, nadie es tan atrevido como para salir una vez el agua comienza a golpear la tierra. Nadie está dispuesto a apostar su vida y a descubrir lo que pasaría si se dejaran aplastar por las gotas que caen con fuerza decidida. La lluvia nunca ha sido solo lluvia. Todos en el pueblo lo saben. El miedo que se le tiene es algo constante, imposible de ignorar.
Una vez los truenos anuncian su llegada y las nubes se hinchan de oscuridad, solo queda resguardarse. No hay quien pueda hacer nada cuando el agua invade la tierra desde el cielo.
Durante años la vida cotidiana en estas casas ha sido cuidadosa y fielmente organizada para seguir las erupciones caprichosas de arriba; las actividades humanas convertidas en la sombra pálida de lo que se fragua en las alturas. [2]
Miren si no a esta pobre mujer. Atormentada por el hijo que huyó la noche anterior sin previo aviso. Obligada, por una orden de ella misma, a sostener sobre sus hombros el peso de una familia que ya no podrá ser igual. Sufriendo mientras trabaja, cocina, y afuera llueve. Solo llueve.[3]
[Suenan truenos, comienza a llover]
[Mamá]: ¡Ay mirá!, ya empezó a llover y ese culicagado afuera. Egh, le voy a preguntar a Eustasia, si está por ahí. ¡Ignacio, llama a la vecina a ver si este Julián está en la casa de ella!
[Sigue lloviendo]
[Mamá]: ¡Ignacio!
[sigue lloviendo, se escuchan pasos venir lentamente]
[Papá]: Dígame
[Mamá] Que llamés a doña Eustasia a ver si Julián está en la casa de abaj noo. Que ya está lloviendo y todo
[Papá] Agata, él se fue, ya está lejos.
[suelta platos]
[Mamá] Me parece el colmo que vos estés pensando esas cosas. A vos como que no te importa nada. No te importa si el niño se va, no te importa qué va a decir la gente… Si tiene donde quedarse mientras escampa. Ese Julián está por aquí cerquita, vos sabés que eso son rebeldías de adolescente. ¿Sabés qué? Más bien traé a mi papá y alistalo pa almorzar a ver si hacés algo; yo me encargo de llamar a doña Eustasia.
[Pasos de Ignacio irse]
[Mamá] ¡Eh! Uno si tiene que hacer todo en esta casa. Uno con tantos problemas y estos ahí sentados rascándose el ombligo. Agata que prepare el almuerzo. Agata que no cocine tan pesado para su papá. Agata asegúrese de que la familia esté presentable porque, sin uno ahí encima, Dios sabe cómo harían. ¡Noo, ya! Me mamé, me mamé. Y ahora este culicagado se va sin pensar dos veces en su mamá.
[Se escuchan unos pasos y abren la puerta]
[Mamá] Quiubo Claudia, ¿usted pa donde va?
[Hija] Mmmm...a buscar a Julián.
[Mamá] No señora. ¿No ve que está lloviendo?
[Hija] Pues por eso mismo. Qué tal que no tenga cómo cubrirse y esté solo.
[Mamá] Por eso mismo, usted no va a salir. Usted sabe que incluso con sombrilla uno no se protege. Y Dios sabe qué cosa le pasaría. Vaya más bien y prepare la mesa que ya va a estar el almuerzo. Venga, páseme esa sombrilla más bien.
[Hija] Mami pero…
[Coge sombrilla]
[Mamá] Ya con uno afuera y ahí me la ven a usted, dirán que uno no los cuida.
[Pasos de la niña mientras sale de la cocina]
[Mamá] Siempre es lo mismo, nunca piensan en uno, en lo que es la familia. Nadie se preocupa por eso.
[Pasos de dos personas, muy lentos. Se mueve una silla, alguien se sienta en ella, sonido de hombre mayor que está haciendo fuerza.]
[Papá] Vea, ahí le traje a su papá.
[Mamá] ¿Cómo que ahí le traje? Eso es lo mínimo que tenés que hacer. Él trabajó... Agh papí ¿qué está haciendo usted con esa galleta? Saque la mano de ese tarro que ya les voy a servir. Ahorita se llenan y no comen nada...Mi papá trabajó toda la vida para que tuviéramos esta casa, antes agradezca...
[Papá] Ágata, honestamente no tengo ganas de discutir con vos. Sé que estás estresada por lo de Julián pero no podemos estar por ahí gastando nuestras energías en algo en lo que no podemos hacer nad…
[Mamá] ¿Cómo que nada? se puede ir a buscar, se puede hablar con las autoridades, no sé. Me parece el colmo que pensés que esta situación esté perdida. Nosotros somos un familia decente, y debemos actuar como tal.
[el abuelo se para de su silla, pero la mamá y el papá no se dan cuenta]
[Papá] Julián ya es un pelado que sabe cómo defenderse, él no es bobo. Si decidió irse fue por algo y no vamos a gastar el tiempo en alguien que no quiere ser encontrado. Él sabe que necesita despejar su mente, y no lo va a hacer aquí.
[Mamá] No entiendo de qué estás hablando. ¿despejarse de qué? ¿él te dijo algo antes de que se fuera o qué?
[Papá] Ágata, no. Olvidalo. No te dije nada.
[Mamá] No, no, no, no. Decime, vos que siempre como que te guardas las cosas. La que se necesita despejar soy yo. Todo se me sale de las manos. ¿Vos supiste que el niño se iba a ir?
[Papá] Solo te voy a decir algo: No todo está en tu control. Así que si Julián se fue, no es culpa de vos, y si lo hizo fue una decisión propia y yo se lo voy respetar.
[Mamá] Respetala todo lo que querás, pero esto no es un hotel en el que uno salga y venga cuando quiera sin contar con las otras personas. Si te parece que yo debería dejar de controlar las cosas, entonces vos hablá para variar. Vos sabes algo, entonces decime ¿Para dónde se fue Julián?
[Suenan unos golpes por las escaleras y un grito de Claudia]
[Papá] ¡La niña! Voy a ver qué le pasó.
[Mamá] ¿Y ahora qué pasó? Agh…¿y mi papá para dónde se fue? ¿Sería que se fue para el baño solo? ¡Papáaa! ¡Papáaaa! Qué es este almuerzo tan sufrido. (en fade out) ¡Papáaaa!
Capítulo 2:
[Narrador] Claudia siempre había sido una niña muy feliz. Toda su vida solo había conocido la lluvia. Aun así, o precisamente por eso, Claudia había crecido encontrando belleza en los lugares más insólitos, siendo todavía la dueña plena de su juventud. Era feliz en las expediciones que realizaba por toda su casa en busca de arañas que comenzaban a tejer sus redes desde cero;
[Sonido de arañas moviéndose]
En las tardes al lado de su madre en las que sacaban una a una las firmes y pequeñas arvejas de sus vainas;
[Sonido de arvejas saliendo de su vaina, y cayendo a una coca plástica]
En las pláticas matutinas con su abuelo cuando ella se extendía sin escrúpulos sobre cualquier tema que le ocupara la mente.
[Hija] Abuelito es que estaba pensando que ser nadadora de pantano profesional no debe ser tan difícil, ¿No?
[Abuelo] Mmm
[Hija] ¿Cierto? Yo no sé qué problema le ven. Es que imagínate lo fuerte que sería yo si atravieso el pantano que hay en frente de la casa de doña Eustasia... Pero no, ¿sabes qué? Ahora que lo pienso, ya no me gusta tanto la idea porque habría que lavar mucha ropa, me gastaría una vida entera lavando y no podría nadar… mmmm... Mejor, diseñadora de ropa de peluche. Ay, síiiii. Mejor eso ¿no?
[Abuelo] Mmm
[Hija] [Todo esto fading out] O, abuelito, ¿y que tal si mejor montamos acá mismo una fábrica de…
[Narrador] Sin embargo, había algo que la conmovía especialmente y que ella esperaba todas las noches: las historias escritas y contadas por su hermano antes de dormir.
[Hijo] Clau, el cuento de hoy está buenísimo, ¿estás lista?
[Hija] No, no creo que algún día esté preparada para eso.
[Hijo] (Se ríe y cierra su libro) Bueno entonces me voy a dormir mejor.
[Hija] No mentiras, sí, sí. Claro que sí.
[Hijo] (Se ríe de nuevo) Yo sabía. Acuéstate otra vez pues.
[Narrador] Las historias eran siempre sobre algo diferente, pero guardaban en su interior una esencia que se sentía familiar, cercana a su pequeño mundo rodeado por la lluvia peligrosa. “Hay algo más allá del límite” decía él en sus cuentos, “no lo podemos ver sino hasta el final de la historia, cuando el héroe decida cruzarlo”. A Claudia esta travesía siempre le había parecido fascinante... incluso el día en que Julián decidió convertirse en el protagonistas de su propia historia.
[Truena y comienza a llover]
[Hija] Es que abuelito yo no entiendo por qué Juli se fue así como así. Él me hubiera contado ¿no?
[Abuelito] Mmmm
[Hija] Es que ni me invitó. Yo también quiero salir a ver qué hay afuera del pueblo. Imagínate todo lo que puede haber.
[Abuelito] ...
[Hija] Cuál lluvia, si Julián se fue es porque descubrió una forma de que no le hiciera daño. ¿Cierto? …. (suspira con sorpresa) ¿Abuelito y qué tal si voy y lo busco y exploro con él? Hasta de pronto puedo nadar el pantano de Doña Eustasia. Jeje.
[Se escuchan pasos que entran en la sala]
[Hija] (en susurro) Ahí viene mi papá, ojo le dices algo. shhh
[Papá] Claudita, ¿qué le estás diciendo al Abuelo?
[Hija] Nada (Rápidamente)
[Sube las escalas rápido, mientras jadea del cansancio. Luego abre la puerta de la habitación]
[Hija] Bueno ¿qué necesito? mmmm
[Abre el armario y mueve ganchos]
[Hija] Un buso… una chaqueta… botas… vestido de baño… ya.
[Camina, para]
[Hija] Ay y una sombrilla, qué boba.
[Baja rápido las escalas, corre en el corredor y abre la puerta]
[Mamá] Quiubo Claudia, ¿usted pa dónde va?
[Claudia]Mmmm... A buscar a Julián.
[Mamá] No señora. ¿No ve que está lloviendo?
[Hija] Pues por eso mismo. Qué tal que no tenga cómo cubrirse y esté solo.
[Mamá] Pues por eso mismo, usted no va a salir. Usted sabe que incluso con sombrilla uno no se protege. Y Dios sabe qué cosa le pasaría. Vaya más bien y prepare la mesa que ya va a estar el almuerzo. Venga, páseme esa sombrilla más bien.
[Hija] Mami pero…
[Mamá] Ya con uno afuera y ahí me la ven a usted, dirán que uno no los cuida.
[Pasos de la niña mientras sale de la cocina. Y sube las escaleras con pasos fuertes. Entra a su cuarto y cierra la puerta]
[Hija] A mi no me dejan hacer nunca nada. Sssss.
[Patea un nochero y cae algo]
[Hija] ¡Ash ese libro me pegóo! Eso me pasa por pegarle a las cosas. (Respira) A ver, este libro cuál es.
[Recoge libro del suelo]
[Hija] Ay, este es el libro de Julián.
[Abre libro]
[Hija] ¿Qué dice aquí? Laaaaa...reeees…pueeeesta… eeeestáaa… en… el… áaaaaa...tiiii...co… Cuiiii….daate… Clau. ¿La respuesta está en el ático, cuidate Clau? ¿Cómo así? ¿Tengo que ir al ático? (Lloriquea en quejidos) Aay noo, de todos los lugares tenía que ser el ático...
[Se pega una cachetada pequeña]
[Hija] No, no importa. Yo puedo ir allá, yo ya tengo nueve y no me da miedo la oscuridad.
[Hace dos soplidos de valentía y respira profundo]
[Hija] Yo puedo.
[Camina en el corredor y para]
[Hija](En susurro) Ay no, eso está muy oscuro (Respira).
[Sube una escalera]
[Hija] Bueno una escala, trece más y llego.
[Sube tres escalas más lentamente]
[Hija] La oscuridad no hace nada, todo es mental
[Sopla de nuevo con valentía y sube dos escalas más]
[Hija] Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo.
[Sube cinco más]
[Hija] Jeje
[Va a seguir subiendo pero se cae y queda en suelo]
[Hija] ¡Ay amaa!
[Se escuchan pasos subiendo las escalas a lo lejos, camina en el corredor]
[Papá] Claudita, ¿estás bien? (En jadeos) ¿Qué estabas haciendo?
[Hija] Nada es que iba para el ático
[Papá] Vamos para abajo mejor. Vamos pa’ abajo.
[Papá] Ve para la cocina que ya tu mamá sirvió la comida, amor.
[Hija] ¡Ah! Papi, papi. ¿Quién es ese? ¡Mira por la ventana! ¿¡Quién está allá afuera en plena lluvia?! ¿Ese es...? ¿Ese es Julián? ¡¿Papi Julián volvió?! ¡Vamos a veeer!
Capítulo 3
[Narrador] Para Ignacio esa tarde podría haber sido como una más. Otra lluvia. Otro grito de Ágata. Otro silencio del suegro. Otra locura de Claudita. Pero no lo era. Julián se había ido y con su partida se comenzaba a materializar la amenaza de la que él había estado protegiendo a su familia todos estos años.
La lluvia nunca había sido solo lluvia. Todos lo sabían. El miedo que se le tenía era algo constante, imposible de ignorar.
Una vez los truenos anunciaban su llegada y las nubes se hinchaban de oscuridad, solo quedaba resguardarse. No había quien pudiera hacer nada cuando el agua invadía la tierra desde el cielo. Pero Julián se había ido. Ignacio aún recordaba la conversación que tuvo con él la noche anterior:
[Efecto de flashback]
[Hijo] Papá, ¿qué significa esto?
[Papá] ¿Julián qué estás haciendo acá en el ático? ¿Tu mamá no te dijo que te fueras a dormir?
[Hijo] Papá, ¿qué es esto? ¿Me querés explicar por qué estos papeles están en un cofre con tu nombre?
[Papá] Julián eso es privado, ¡respeta las cosas ajenas!
[Hijo] ¡Qué pena si esto te parece una intromisión pero a mí me parece que lo que está en estos papeles no tienen nada de privado! ¿Me quieres explicar por qué acá dice que la lluvia no es peligrosa y nunca lo ha sido? Y sobre todo, ¿por qué los tenés vos?
[Papá] No sé de qué me estás hablando.
[Hijo] “El estudio concluye, así, que las propiedades del agua proveniente de las nubes occidentales que cubren toda la zona del pueblo Puerto Soledad, no representan un peligro para el desarrollo y el crecimiento de la vida”. Eso es acá. Puerto Soledad, Y estos papeles son de hace ochenta y siete años. ¡Esto tiene que ser mentira y sino no lo es, ¿por qué los tenés vos? Es que no me cabe en la cabeza!
[Papá] Agh Julián...En la vida las cosas son como tienen que ser. Tú todavía estás muy joven pero...algún día de pronto lo vas a entender. Esa es la realidad que tenemos.
[Hijo] No entiendo nada de lo que vos me estás diciendo. Lo único que entiendo es que todo este tiempo he perdido mi vida aquí por un puta mentira. (En puta reverberación)
[Suena un trueno]
[Mamá] (A lo lejos) ¡Ignacio!
[sigue lloviendo, se escuchan pasos venir lentamente]
[Papá]: Dígame
[Mamá] Que llamés a doña Eustasia a ver si Julián está en la casa de abajo. Que ya está lloviendo y todo
[Papá] Agata él se fue, él ya está lejos.
[suelta platos]
[Mamá] Me parece el colmo que vos estés lo pensando esas cosas. A vos como que no te importa nada. No te importa si el niño se va, no te importa qué va a decir la gente…si tiene donde quedarse mientras escampa. Ese Julián está por aquí cerquita, vos sabés que eso son rebeldías de adolescente. ¿Sabés qué? Más bien traé a mi papá y alistalo pa almorzar a ver si hacés algo; yo me encargo de llamar a doña Eustasia.
[Se escuchan pasos y un suspiro del papá]
[Narrador] Ignacio sabía. Él siempre había sabido. La lluvia no era mortal. Julián también lo sabía ahora y no volvería por un buen tiempo. Aun así, el padre sentía que él todavía tenía la responsabilidad de ser el guardián que protegiera a su familia de una verdad que solo les causaría daño; él debía seguir cuidándolos desde la oscuridad.
[Efecto de flasback]
[Papá] A mí no me hables así.
[Hijo] ¿Entonces, cómo querés que te hable? ¡Mi vida entera ha sido una mentira!
[Papá] Julián nada de lo que te diga te va a ayudar en este momento. Estás muy alterado. Lo que debés saber es que todo lo que he hecho ha sido por el bien de ustedes. Ustedes son lo más importante para mí.
[Hijo] ¿Cuál bien?¿Qué he hecho yo por mi vida? ¿Ah? ¡Nada! Todo el tiempo encerrado en esta casa, no sé nada de lo que hay fuera de este pueblo;, y de lo que hay en Puerto Soledad tampoco es que conozca mucho. Y todos somos así. No solo mi mamá, Clau, o el abuelo, es el pueblo entero e incluso vos. ¡Vos! Y quién sabe quién más.
[Papá] ¡Es que no entendés que los estoy protegiendo! ¡Esto no lo hago por capricho!
[Hijo] ¡¿Protegiendo de qué?!
[Papá] ¡DEl MUNDO DE AFUERA! ¡Este mundo está enfermo Julián! Mejor están ustedes acá en familia que afuera en una realidad que no van a poder soportar.
[Hijo] Vos sos el que está enfermo. Cada uno de nosotros decidimos cómo vivimos en el mundo de afuera. Y no sos nadie para impedírnoslo.
[Papá] Es que vos no entendés lo que hay afuera. Solo lo sabemos los líderes de este pueblo y esta es una decisión que hemos mantenido de generación en generación porque así aseguramos nuestra supervivencia.
[Hijo] ¿Una supervivencia en cárceles?... Es que tenés razón, yo no entiendo lo que hay afuera y nunca voy a entender si me quedo acá.
[Se escuchan pasos, se cierran una puerta y suena un trueno con lluvia] (con reverberación)
[Papá] Claudita, ¿qué le estás diciendo al Abuelo?
[Hija] Nada (Rápidamente)
[Sube las escalas rápido]
[Papá] Venga don Arturo yo lo llevo pa la cocina que ya va a estar el almuerzo.
[Se escuchan gruñidos de fuerza]
[Papá] Pero ayúdeme un poquito, yo sé que usted puede. Venga vamos.
[Más gruñidos de fuerza]
[Papá] (Con voz esforzada) Eso así, vamos. Párese otro poquito. Ya casi.
[Se escuchan pasos muy lentos, se mueve una silla, alguien se sienta en ella, sonido de hombre mayor que está haciendo fuerza.]
[Papá] (En susurro) Muy bien don Arturo. (En tono normal) Vea, ahí le traje a su papá.
[Mamá] [Se va en fade out desde el principio] ¿Cómo que ahí le traje? Eso es lo mínimo que tenés que hacer. Él trabajó... Agh papí ¿qué está haciendo usted con esa galleta? Saque la mano de ese tarro que ya les voy a servir. Ahorita se llenan y no comen nada...Mi papá trabajó toda la vida para que tuviéramos esta casa, antes agradezca...
[Papá] (En reverberación) No sé cuánto tiempo vaya a durar esta familia si las cosas siguen así. Tarde o temprano alguien va a hacer preguntas, sino es que viene Julián mismo y cuenta todo. ¿Será que van a entender que solo lo he hecho por ellos? ¿Será que Agata me va a apoyar después de saberlo todo? Mi Claudita hermosa...no la quiero ver sufrir. Que me odie, pero que no le pase nada malo si le da por seguir los pasos de su hermano.
[Sale de reverberación y entra en fade in la voz de la mamá]
[Mamá] Si te parece que yo debería dejar de controlar las cosas, entonces vos hablá para variar. Vos sabes algo, entonces decime ¿Para dónde se fue Julián?
[Suenan unos golpes por las escaleras y un grito de Claudia]
[Papá] ¡La niña! Voy a ver qué le pasó.
[Se escuchan pasos rápidos subiendo las escaleras]
[Papá] Claudita, ¿estás bien? (En jadeos) ¿Qué estabas haciendo?
[Hija] Nada es que iba para el ático
[Papá] Vamos para abajo mejor. Vamos pa’ abajo.
[Se escuchan sonidos de pasos bajando escaleras]
[Papá] Ve para la cocina que ya tu mamá sirvió la comida, mi amor.
[Hija] (Sorprendida) ¡Aah! Papi, papi. ¿Quién es ese? ¡Mira por la ventana! ¿¡Quién está allá afuera en plena lluvia?! ¿Ese es...? ¿Ese es Julián? ¡¿Papi Julián volvió?! ¡Vamos a veeer!
[Papá] (En reverberación) ¿Julián…? No….Dios no….Ese es don Arturo.
Capítulo 4
[Narrador] Arturo. ¿Qué se puede decir de un hombre tan extraordinariamente insulso? El segundo de tres hijo, Arturo nunca fue lo suficientemente bueno en nada como para sobresalir por encima de otros. El hijo obediente y el vecino respetuoso, el buen hermano y el gentil marido, hacían de él el prototipo del ciudadano ideal.
Arturo había desarrollado un sentido de la responsabilidad tan grande, que lo podía convertir en culpa y vergüenza cada vez que la pereza comenzaba a manchar sus pensamientos, o cuando la imaginación volaba liviana por caminos ridículos.
En el momento en que su esposa y él tuvieron a Ágata, la única hija, la necesidad de cumplirle al mundo solo se vio acrecentada; esa pequeña criatura se volvió receptora de todos sus cariños y afectos incondicionales. Ella era su razón de ser. Trabajó duro como cualquier otro padre debía trabajar. Compró todo lo que un esposo debía comprar para su casa. Jamás faltó.
Quien lo hubiera observado habría dicho sin vacilación que aquel hombre, en el futuro, recibiría de su hija solo el agradecimiento y el respeto debidos a la mano tierna del padre amoroso. Naturalmente, y para decepción de Arturo, esto nunca sucedió, pues ¿quién podría respetar jamás al hombre que no ha escuchado nunca su propia voz; al hombre que no ha aprendido a desobedecer y a encontrarse en los ojos del otro?
Con el tiempo, Arturo llegó a la vejez vacío de energías y de experiencias memorables. Ahora era solo el recipiente que los integrantes de su familia usaban para descargar su voluntad; al que movían de aquí para allá y nunca escuchaban.
[Trueno y lluvia]
[Hija] Es que abuelito yo no entiendo por qué Juli se fue así como así. Él me hubiera contado ¿no?
[Abuelito] Mmmm
[Hija] Es que ni me invitó. Yo también quiero salir a ver qué hay afuera del pueblo. Imagínate todo lo que puede haber.
[Narrador] Arturo quería a su nieta. Ella tenía la misma curiosidad infantil que él algún día había ignorado. Sin embargo qué historias tenía él para contarle, él que nunca había vivido.
[Hija] Cuál lluvia, si Julián se fue es porque descubrió una forma de que no le hiciera daño. ¿Cierto? …. (suspira con sorpresa) ¿Abuelito y qué tal si voy y lo busco y exploro con él? Hasta de pronto puedo nadar el pantano de Doña Eustasia. Jeje.
[Narrador] Qué bella niña. Quizás no todo está perdido. Quizás hay algo de lo que todavía puede ser parte. Participar de esa nueva juventud.
[Se escuchan pasos de alguien viniendo]
[Papá] Claudita, ¿qué le estás diciendo al Abuelo?
[Hija] Nada (Rápidamente)
[Sube las escalas rápido]
[Papá] Venga don Arturo yo lo llevo pa la cocina que ya va a estar el almuerzo.
[Se escuchan gruñidos de fuerza]
[Narrador] Los movimientos de ese cuerpo son lentos, difíciles. La fuerza ya solo es un recuerdo.
[Papá] Pero ayúdeme un poquito, yo sé que usted puede. Venga vamos.
[Más gruñidos de fuerza]
[Narrador] Tal vez queda algo. Algo más. Este cuerpo puede ser más que inútil.
[Papá] (Con voz esforzada) Eso así, vamos. Párese otro poquito. Ya casi.
[Se escuchan pasos muy lentos, se mueve una silla, alguien se sienta en ella, sonido de hombre mayor que está haciendo fuerza.]
[Narrador] Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos. Es sencillo. Don Arturo puede. Todavía podemos.
[Papá] (En susurro) Muy bien don Arturo. (En tono normal) Vea, ahí le traje a su papá.
[Mamá] [Se va en fade out desde el principio] ¿Cómo que ahí le traje? Eso es lo mínimo que tenés que hacer. Él trabajó... Agh papí ¿qué está haciendo usted con esa galleta? Saque la mano de ese tarro que ya les voy a servir. Ahorita se llenan y no comen nada...Mi papá trabajó toda la vida para que tuviéramos esta casa, antes agradezca...
[Narrador] Ellos pelean. Viven pero en existencias fragmentadas. Cada uno encerrado en su propia mente sin la posibilidad de tocar el mundo a su alrededor. Han vivido demasiado tiempo esclavizados por una lluvia que ellos mismos crean. Pero todavía hay esperanza. Julián lo sabe y Claudia lo siente en su huesos. Todavía puedo. Si la juventud tuvo la osadía de cuestionar, que sea la vejez la que tenga la valentía de transformar.
Llegó la hora de ser libres.
[Se escucha al abuelo levantándose de la silla y caminando. Abre la puerta de la casa. Se escucha la lluvia]
[Narrador] No hay nada más que decir. Pronto notarán mi ausencia. Que ellos me miren. Que vean lo que es posible más allá de la lluvia. Ahora solo queda callar, olvidar todo discurso, y dejar que los sentidos nos guíen. Encontrar lo que se siente bien. Escuchar
[Sonido de lluvia se intesinficia y dura diez segundos antes de terminar]